Entre las sombras de un ya desértico valle un guerrero descansa de su batalla. Solo consigue pensar en sus días de gloria y la tierra que una vez fue su escenario, todo esto en un segundo fue transformado en un mar de sangre y por esta razón anhela otro duelo. Un duelo en el que las armas solo sean instrumentos para el ritual en el que la energía fluye a través del deseo por la vida.
Un deseo que jamas se extinga, una vida que no sea consumida por el miedo a la muerte. Un guerrero que aun temiendo por su fin sepa blandir la espada de tal forma que logre salvar a aquellos que lo dieron todo por el. Ese sentimiento conjugado con las circunstancias del gran y poderoso espíritu puede ser llamado el buen combate.
Después de ganar una batalla, nos volvemos y vamos en busca de nuevos combates?
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