La sombra me aterra como en la infancia, como un niño me escondo de la naturaleza misma de la humanidad, intento huir de la oscuridad infinita que intenta rodearme, me dejo llevar por el miedo y la realidad se torna en una pesadilla. El arte gótico predominante del recinto cubre casi todo como el guardián de alguna entrada sin permitirnos ver mas allá, lúgubre, frío, tan gris y taciturno es todo, el ojo de los mortales no puede apreciar tal paisaje.
Los fantasmas vienen por mi, los fantasmas vienen por todos, arrastran sus cadenas y tal sonido nos intimida, nos recuerda los pecados del pasado, nos hace pensar en algún fin. La oscuridad nos abraza como una madre aferrada a su hijo y sin intención alguna de soltarnos, la oscuridad nos procesa como alimento, se nos une en alguna relación simbiotica, las puertas se abren una por una mostrando secretos perdidos entre alguna nueva idea de progreso, el pasado nos enseña, el ocultismo nos nutre, las palabras empiezan a tener sentido, las visiones son claras, el camino se traza, el grimorio espera, mi nombre, tu nombre, su nombre, todos en un inmenso circulo, algún sello, algún nuevo conjuro, un nuevo poema de amor. Y el miedo desaparece, la oscuridad se une al alma del que en algún momento fue alguien, de algún ex individuo, los Dioses antiguos y olvidados, los difuntos Dioses, todos cantan a coro y su canto resuena como un eco en las oscuras palabras de un viejo libro. Y la luz se muestra, con su poder gana terreno, nos ataca y nos muestra lo que ignoramos, es ahora nuestra enemiga, somos la oscuridad, la pelea comienza el equilibrio se establece, la palabra fue dictada.
¡No hay luz sin oscuridad!......
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